Estableciendo el Orden de Dios 2

Hebreos 5:14
Cuando hay orden hay madurez, tiene la capacidad para discernir lo bueno de lo malo, conoce lo que el enemigo planea para desordenar la vida y le puede hacer frente, cuando hay orden hay madurez, una persona madura espiritualmente no se deja engañar fácilmente por el enemigo.
Cuando somos niños espirituales, Dios usa a los pastores, predicadores y padres espirituales para ordenar y enseñarnos, pero muchas veces por la terquedad y orgullo, no permitidos ser formados por ellos.
Efesios 5:16
Buen uso del tiempo: una vida desordenada solo nos lleva a perder el tiempo, pasaran los años y la vida seguirá igual, nada cambiará en nuestra vida, ni a nuestro alrededor. Por eso es preferible dejar que Dios ordene nuestra vida y cumpla su propósito en nuestras vidas.
Una persona ordenada y madura planifica su tiempo, sus actividades día a día, apartar nuestro tiempo de ayuno, oración e intimidad con Dios; por eso el Señor en Génesis, pudo determinar el propósito de lo que hizo en cada día de la creación, así Dios quiere que nos organicemos para que Él pueda determinar el tiempo de nuestro levantamiento. (Génesis 4).
Cuando Dios determina un propósito en nuestra vida, lo primero que debemos hacer es pedirle a Dios que nos ordene, de esta manera el Señor nos provee los recursos, los talentos, los dones y el conocimiento para saber cómo y para qué usarlos.
Efesios 4:22
Parte de organizarnos implica sacar de mi vida lo viejo, aquello que no es útil, lo que no edifica. En Dios debemos aprender a dejar el pasado y “cambiar la página”; si mi viejo hombre era orgulloso, soberbio, y mal administrador, debo ir a los pies de Cristo dejar mi lista de cosas para desechar delante de Él, y así poder recibir lo nuevo de Dios.
¿Para qué Dios nos quiere ordenar?
Éxodo 40:2 Dios quiere levantar su tabernáculo. El verdadero tabernáculo hoy en día es nuestra vida, Dios quiere levantar al hombre para su salvación, levantarnos de nuestra situación pecaminosa.
Éxodo 40:3-4
Para llenarnos de su Espíritu Santo, de su gloria, y para hacer pacto con nosotros.